Un sindicato es una organización que representa los
intereses de los empleados ante la dirección en cuestiones tales como los
sueldos, las horas de trabajo y las condiciones laborales.
Los empleados participan en el funcionamiento del
sindicato y respaldan sus actividades con las cuotas sindicales, cantidades que
pagan para recibir los servicios del sindicato.
La ley protege el derecho de los empleados a afiliarse y
participar en un sindicato.
La ley también exige que los empresarios negocien y
alcancen acuerdos con los sindicatos en ciertas cuestiones laborales que
afectan a los empleados afiliados.
Los empleados se afilian a los sindicatos por distintos
motivos. Por ejemplo, en Israel, los empleados se afilian a los sindicatos
porque muchos creen en la justicia social que representa el sindicato6. Los
empleados en Estados Unidos buscan la representación del sindicato cuando (no
están satisfechos con determinadas cuestiones relativas a su trabajo,
consideran que no pueden influir sobre la dirección para conseguir los cambios
necesarios y ven la afiliación al sindicato como la solución a sus problemas
El mejor aliado de los sindicatos es una mala dirección.
Si los directivos escuchan a los empleados, les otorgan cierta voz en las
políticas que afectan a su trabajo y les tratan de forma justa, los empleados,
normalmente, no sentirán la necesidad de organizarse. Los directivos que
ignoran los intereses de sus trabajadores y les tratan de forma inconsistente
suelen terminar teniendo que negociar con un sindicato.
Las empresas suelen preferir tener una fuerza de trabajo
no organizada. La razón fundamental es que los salarios suelen ser superiores
para los trabajadores afiliados, lo que sitúa a las empresas en una posición de
desventaja competitiva respecto a sus competidores si éstos no cuentan con un
sindicato. Además, los sindicatos limitan la actuación de los directivos con un
determinado empleado.
Por ejemplo, un empleado afiliado que trabaja bien no
puede recibir una subida salarial por méritos o un ascenso antes que otro
empleado más antiguo. Y muchos convenios colectivos definen las
responsabilidades laborales específicas de determinados trabajadores, lo que
reduce la flexibilidad para asignar el trabajo.
Por supuesto, muchas empresas que cuentan con sindicatos
tienen éxito y los sindicatos ofrecen algunas ventajas sociales muy positivas.
Por ejemplo, un estudio ha demostrado que los sindicatos
fomentaron la productividad en los hospitales en un 16 por ciento respecto a los
hospitales que no contaban con sindicato8. Pero, si pudieran elegir, la mayoría
de los directivos preferiría un entorno sin sindicatos.
Los orígenes de los sindicatos de trabajadores
estadounidenses
En Estados Unidos, los sindicatos, tal y como los concebimos
hoy en día, estaban casi totalmente desprotegidos por la ley hasta 1935. Sin
duda, existían organizaciones laborales antes de esa fecha que intentaban, con
distintos niveles de éxito, influir y controlar los términos y condiciones de
empleo de sus miembros.
El planteamiento del gobierno estadounidense respecto a
los sindicatos era muy sencillo antes de 1935: en una economía de libre
mercado, las relaciones de trabajo son, fundamentalmente, relaciones entre
particulares y tanto el empleado como el empresario son libres de aceptar o
rechazar esta relación si la consideran no satisfactoria.
Este planteamiento considera que el empresario y el
empleado están en posiciones parecidas de poder: los empleados que consideran
que su retribución es injusta, o que sus condiciones laborales no son
razonables, tienen la libertad de buscar otro trabajo; los empresarios que
están descontentos con el rendimiento de un empleado pueden despedirle.
En la práctica, por supuesto, los empresarios tienen
bastante más poder que los empleados individuales. Un importante productor
siderúrgico no echa de menos a un empleado que se va porque normalmente tiene
una gran oferta de candidatos disponibles para sustituir a esa persona. Sin
embargo, un gran empresario puede ser tan importante en un vecindario, una
ciudad o una región, que existan pocas o ninguna otra alternativa de empleo.
Las grandes empresas siderúrgicas en Pittsburgh, los
productores de automóviles en Detroit, las minas en Appalachia y las empresas
de neumáticos en Akron, son ejemplos de empresarios e industrias que dominan
sus respectivas regiones.
A principios del siglo xx, algunos de estos grandes
empresarios industriales crearon terribles condiciones laborales. Muchos de sus
empleados eran inmigrantes en Estados Unidos que tenían escasa cualificación,
un nivel de inglés limitado y no disponían de recursos financieros para
compensar los efectos de una falta de trabajo. Otros eran americanos que
formaban parte de la enorme población que se desplazó de las áreas rurales a
las urbanas. Ellos, también, tenían una baja cualificación y pocos recursos
financieros. Los empresarios se veían libres para explotar a ambos conjuntos de
trabajadores porque había una gran masa desempleada dispuesta a sustituirles.
Por ejemplo, los trabajadores siderúrgicos en Pittsburgh trabajaban a
centímetros de distancia de hierro candente y láminas de acero, cortantes como
una cuchilla, que se movían a toda velocidad.
Durante la Gran Depresión de los años treinta, millones
de trabajadores perdieron su tra bajo a medida que los empresarios se veían
sometidos a una enorme presión para reducir sus costes de producción. Estas
reducciones presionaban todavía más a la clase trabajadora. Fue en este
contexto en el que se legalizó la actividad sindical, tal y como la conocemos
hoy en día, por la ley Wagner (1935) que intenta igualar el poder de los
empresarios y empleados.
De hecho, este objetivo explica gran parte de la
respuesta social y gubernamental ante la actividad sindical durante la
Depresión y los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Los sindicatos
fueron ampliamente respaldados dada la percepción de la sociedad de que la
gente trabajadora tenía muy poco poder.
Hacia finales del siglo xx, sin embargo, la percepción
social cambió. Cuando el Presidente Reagan ordenó despedir a los controladores
de tráfico aéreo el 5 de agosto de 1981, dos días después de que hubieran
iniciado una huelga ilegal, los empleados despedidos recibieron pocas muestras
de simpatía del conjunto de la sociedad, probablemente porque se percibía que
los sindicatos se habían hecho demasiado poderosos. Esta acción se produjo en
medio de un período de drástica disminución de las huelgas en Estados Unidos:
de un máximo de 424 en 1974, las huelgas cayeron hasta 34 en 1998.
Sin embargo, como vimos al comenzar este capítulo, los
sindicatos están creciendo en algunas áreas como la de la medicina. Además, la
sociedad ve bien la actuación de los huelguistas de UPS en su lucha por
conseguir más puestos a tiempo completos para los trabajadores a tiempo
parciales. A medida que los sindicatos aborden nuevas cuestiones y representen
a trabajadores de nuevas profesiones, la percepción social de las actividades sindicales
probablemente cambien.
Imagen tomada de: https://www.google.com.co/search?q=porque+se+crean+los+sindicatos&rlz=1C1EODB_enCO514CO523&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ved=0ahUKEwj61orN7r_PAhUCqh4KHX3cCF8Q_AUICCgB&biw=1366&bih=654#imgrc=lLBqUt1SxEzm_M%3A
Referencia
Recuperado de: http://www.rrhh-web.com/por-que-se-crean-los-sindicatos.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario